viernes, 12 de febrero de 2010

Visiones de la Grecia antigua (y III): Los micénicos



En cuanto a las instituciones, los micénicos son indoeuropeos. En principio tienen como todos sus hermanos de etnia una asamblea de ancianos y otra popular. Sólo aparece una cita de la asamblea de ancianos en toda la historia de Micenas. Se puede creer que hacia 2000 a.C. los micénicos entrarían en Grecia con ambas asambleas. La progresiva importancia de la institución real hasta su entrada en Creta y luego el ejemplo de las monarquías orientales llevarían a la completa supresión de la asamblea popular y a la pérdida de importancia de la asamblea de ancianos.

Nada se conoce en torno a la infantería. Existen referencias a vigías en las costas pero éstas se limitan al período inmeditamente anterior a la caída de los Reinos Micénicos. Es lógico pensar que usaran el caballo. Se han hallado ruedas de carro en las ciudades cretenses de Cnossos y Pilos empleados tanto en el ejército como medios de transporte civil y comercial. La marina alcanza gran desarrollo en su doble faceta guerrera y mercantil. Presenta la novedad del uso de la vela y las naves de guerra llevan 42 remeros.

Los micénicos heredan las tradiciones mercantiles minoicas. En sus actividades comerciales se extienden por el Mar Negro y llegan a Italia como lo demuestran hallazgos arqueológicos y las posteriores tradiciones griegas de la empresa de los Argonautas y la venida de Evandro y Eneas al Lacio. La Guerra de Troya, situada cronológicamente hacia 1185 a.C., es una empresa panmicénica donde todos los Reinos Micénicos superan sus diferencias y se unen con el propósito de asegurarse la libre comunicación con el Mar Negro y evitar el portazgo que Troya imponía para atravesar los Dardanelos.

En el centro del Peloponeso existe la región de la Arcadia tan atrasada y marginal que en la ulterior literatura griega pasará a ser ejemplo de una idílica vida pastoril. El dialecto de la Arcadia es igual al chipriota. La Arcadia no tiene salida al mar y a Chipre no llegan los dorios. Por tanto la Arcadia es otro de los focos de refugio de los micénicos que no quieren ser esclavizados por los dorios.

La empresa panmicénica de la conquista de Troya supone una víctoria pírrica para los Reinos Micénicos. Consiguen la victoria y el control de los Dardanelos, el mar de Mármara y el Bósforo. No obstante aquellos Reinos han hecho un esfuerzo tan gigantesco que origina serias rebeliones internas de las que tenemos un eco en los problemas a los que se enfrentan los wa-nax a la vuelta de Troya. Esto recrudecería las tensiones de unos Reinos contra otros y los ataques piráticos a aquellas debilitadas monarquías.

Los aedos cantan temas mitológicos o alusivos a las proezas de antiguas héroes. Estos temas son de origen micénico. Esa raigambre se observa en la épica heroica que se encamina hacia tres asuntos primordiales: la Leyenda de los Argonautas, el Ciclo Tebano con la historia de Edipo y su familia y el Troyano que se divide en los subciclos de la Guerra de Troya y los Nostoí o retornos a sus casas de los héroes aqueos tras la conquista y arrasamiento de Ilion (el otro topónimo de Troya).

Las tres leyendas contemplan su origen en el mundo micénico del Heládico Reciente III que se extiende entre 1400 y 1120 a.C. como fechas aproximadas. La Leyenda de los Argonautas alude a incursiones micénicas por el Mar Negro. El Ciclo Tebano se refiere a guerras intestinas entre los Reinos Micénicos que explican a fines del siglo XIII a.C. las destrucciones observables en Micenas y Tirinto y los incendios del Palacio de Pilos en la isla de Creta, Gla en Beocia, Crisa en la Fócida y un poblamiento vecino a la posterior Esparta en Lacedemonia. El Ciclo Troyano refleja varios acontecimientos. La Guerra de Troya explica la rivalidad de los soberanos micénicos e Ilión por el control del acceso al Mar Negro. Los Nostoí recogen las navegaciones micénicas por el Mediterráneo Oriental y Central, sus contactos más esporádicos con el Occidental y la agitación interna de aquellos reinos visibles en los Nostoí de Ulises (transmitido íntegro por Homero en la Odisea) y Agamenón. Éste último es el tema de la trilogía de Esquilo.
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Vía Arbil

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