martes, 29 de abril de 2008

Preludio de la fornicación



Visto en el siempre ameno e instructivo blog de Espineli.

domingo, 27 de abril de 2008

Tan bella como una diosa



"Friné nació en el 328 a.d.C. y fue considerada una de las mujeres más bellas de la antigua Grecia. Al nacer, le pusieron el nombre de Mnesarete que significa conmovedora de la virtud, aunque sus padres no pudieron estar más desacertados con el nombre, pues se convertiría en una de las más cotizadas hetarias de Atenas." Leer más

Vía Historias con Historia

jueves, 24 de abril de 2008

Exótica extática

miércoles, 23 de abril de 2008

domingo, 20 de abril de 2008

En la consulta médica



En la consulta, los pacientes buscamos un poco de alivio, unas palabras de aliento. Nunca vienen mal, ya lo sabéis. Aunque, pensándolo bien, sólo quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento…
-Doctor, tengo complejo de fea.
-De complejo nada, so monstruo.
La mujer insistía en buscar una solución a su bella cara:
-¿Estos granos que me han salido son por culpa del tiempo?
-Del tiempo que hace que no se lava…
Pobre mujer, el doctor no tenía tacto…
En fin, que la señora venía con su hijo. ¡A ver el hijo! Pequeño, pantalón corto, con cara de malas pulgas. El chico estaba desmejorado...
-Mi hijo no se encuentra muy bien...
-¿Ha pasado la escarlatina?
-Mientras estaba en la sala de espera no ha pasado nadie…
La señora andaba un poco despistada. Con tanta conversación ya se le había pasado el turno:
-¡Que pase el siguiente!
Decía el doctor.
-Hombre, Romualdo, ¿cómo se encuentra?
-Me duele mucho esta pierna…
-Eso es cuestión de la edad.
-Pero la otra tiene la misma edad y no me duele…
Vaya, el hombre tenía respuesta para todo. Habría que acudir a la medicina tradicional (con carácter retroactivo):
-¿Se tomó la medicina que le receté?
-No. En el frasco ponía: manténgase bien cerrado…
Romualdo era un paciente de difícil tratamiento. Y el doctor tomó una solución drástica.
-Si la medicina no ha funcionado, habrá que operar…

Durante la operación, el cirujano le decía a Romualdo:
-¿Lo ve? No ha querido usted anestesia para amputarle la pierna y ahora no para de chillar porque le duele.
-Qué va doctor. Es el ruidito de la sierra, que me da dentera.

viernes, 18 de abril de 2008

Diálogo de dioses



EROS: Si en alguna cosa me he equivocado, Zeus, perdóname, pues sólo soy un niño y todavía no tengo uso de razón.
ZEUS: ¿Tú un niño, Eros, que eres mucho más viejo que Japeto? ¿Acaso porque no llevas barba ni tienes canas, pretendes pasar por un niño, siendo como eres un viejo bribón?
EROS: ¿Y qué grave ofensa ha podido cometer contra ti ese viejo que dices que soy yo, para que intentes cargarme de cadenas?
ZEUS: Mira, maldito, si la ofensa es pequeña: te pitorreas de mí de tal forma que ya no queda nada en que no me hayas convertido, sátiro, toro, oro, cisne, águila. En cambio, nunca has conseguido que ninguna se enamore de mí, ni recuerdo que ninguna mujer me haya deseado gracias a tu intervención; más bien, he tenido que usar brujerías con ellas y ocultar mi propia persona. Así ellas aman a un toro o a un cisne, pero si me ven como soy, se mueren de miedo.
EROS: Es lógico, Zeus, porque al ser mortales no soportan tu mirada.
ZEUS: Entonces, ¿cómo es que a Apolo lo aman Branco y Jacinto?
EROS: Sí, pero en cambio Dafne lo rechazó a él también, a pesar de su cabellera y su rostro barbilampiño. Pero si tú quieres que te deseen, no agites la égida ni lleves contigo el rayo: más bien, preséntate lo más seductor posible, déjate caer los bucles a los dos lados de la frente, recogiéndolos con la trencilla; ponte un traje de púrpura, cálzate sandalias de oro, camina rítmicamente al son de la flauta y los tímpanos, y verás cómo te siguen más mujeres que las Ménades de Dionisio.
ZEUS: ¡Vamos, anda! No aceptaría que me desearan a cambio de ponerme de esa manera.
EROS: En ese caso, Zeus, no trates de hacer el amor, pues esto es lo más fácil.
ZEUS: ¡No! Yo quiero amar, pero quiero conseguirlo por medios menos costosos. Con esta condición te dejaré libre.

Luciano.- Diálogos de los dioses

martes, 15 de abril de 2008

Metrojapón



En una estación del metro, Ezra Pound:

La aparición de estos rostros entre la multitud:
pétalos de una rama negra, húmeda.

O bien:

The apparition of these faces in the crowd;
Petals on a wet, black bough.

sábado, 12 de abril de 2008


-Señor, ¿a su suegra la momificamos, la incineramos o la enterramos?
-No corramos riesgos. Haga las tres cosas.

miércoles, 9 de abril de 2008



A vosotros, en confianza, os digo que desde la naciente Ediciones El Satiricón estoy preparando una colección de libros de poesía, entre otros que iré desvelando en los próximos meses. Pero centrémonos en la poesía de momento.
Los que queráis dar el paso del universo pixelado al crujiente papel, sólo tenéis que mandarme una selección previa de vuestros poemas. Sin complejos ni timideces. Tres o cinco poemas por cabeza, sin excesos tampoco ;)
Procurad que los envíos vayan como archivo adjunto en un documento de Word, con un espaciado sencillo, tamaño de letra 12 y el tipo que queráis, yo luego lo cambiaré, seguramente a Palatino Linotype. Envíos a edicioneselsatiricon@gmail.com
Y no seáis tibios a la hora de darle promoción al Open de Poesía, anda, que estáis en vuestra cancha y vais a formar parte de las mejores raquetas poéticas de la blogosfera.

domingo, 6 de abril de 2008

El sentido de la vida



Unos chistes encadenados, amigos:
Hay dos palabras en la vida que te abrirán muchas puertas: tire y empuje.
Pero mi vida había sido un continuo tira y afloja sin llegar a nada concreto.
Nunca pude estudiar derecho (como decía el Jorobado de Notre Dame).
Mi último trabajo, como conductor de autobús, lo había dejado porque no me gustaban las cosas pasajeras.
No sabía dónde estaba el problema. ¿En la azotea? Tal vez. Pero en una ocasión me hice un test de inteligencia y di negativo…
Durante un tiempo me refugié en la bebida. Pensaba: dichosos serán los borrachos, que verán pasar a Dios dos veces.
Luego me compré un contestador automático. Uno tan bueno que, cuando no recibía mensajes, se inventaba algunos para que no me deprimiera.
También me dio por el arte. El minimalismo o algo así. Creía que la felicidad estaba en las pequeñas cosas: una pequeña mansión, un pequeño yate, una pequeña fortuna...
Había que hacer algo en la vida. Hay quienes estropean relojes por matar el tiempo...
Yo me fui al dermatólogo, que es el único médico que da diagnósticos superficiales.
Se puso a examinarme...
-¿Duerme mucho? ¿Trabaja mucho?
-Pse…
-Recuerde, hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas.
Sí, bueno, pero no hay que hacer mucho caso a los médicos... Con frecuencia se equivocan, ya lo sabéis. Y cuando un médico se equivoca, lo mejor es echarle tierra al asunto.
Así que voy concluyendo...
Para terminar voy a escribir algo profundo... ¡Subsuelo!

sábado, 5 de abril de 2008



Más imágenes estupendas, aquí

jueves, 3 de abril de 2008

Canino sentido del ritmo

martes, 1 de abril de 2008

Dioses en red



Preludiaba el cantor bellamente en la lira su canto
del amor de Afrodita, de hermosa diadema, y de Ares
que en la casa de Hefesto a hurtadillas se unieron un día
tras pagar ricamente el amante la infamia del lecho
del señor del hogar; mas el Sol fue a contárselo a éste,
pues los vio desde arriba a los dos en amor abrazados.
Cuando Hefesto escuchó su punzante relato, a la fragua
el camino emprendió meditando en el fondo del pecho
mil desastres; montó sobre el banco un gran yunque y a golpes
unas trabas labró sin engarces ni fallas, capaces
de aguantar cualquier fuerza. Tramado el engaño y en ira
contra Ares, al cuarto marchó donde estaba su lecho;
a los pies que sostén le prestaban y todo en redondo
sujetó aquellos lazos, más otros colgó en la techumbre
cual finísima tela de araña, invisible a los ojos
de las mismas deidades felices, ardid sin parejo.
Viendo ya alrededor de la cama tendido el engaño,
simuló que marchaba hacia Lemnos, la sólida plaza
asentada en la tierra, por él preferida entre todas.
Pero Ares de riendas de oro en despierta vigilia
le observaba y al ver cómo Hefesto, el artífice insigne,
de camino salía, marchó en derechura a sus casas
anhelante de amor por la hermosa Citera. La diosa
regresaba de ver a su padre, el Cronión poderoso,
y no bien se sentó cuando Ares entró en su morada.

Con la mano tomando su mano le habló de este modo:
"Ven al lecho, querida, gocemos en él descansados,
pues Hefesto no está por aquí; no hace mucho que a Lemnos
se marchó a visitar a los sintis de bárbara lengua."

Tal diciendo agradable le hizo el yacer a su lado
y marchando los dos ocuparon el lecho: al instante
se corrieron los lazos que urdiera el ingenio de Hefesto
y no más se pudieron mover ni estirar pie ni mano.


Odisea VIII, 267-299


Escrito por Homero, traducido por José Manuel Pabón y cantado en griego antiguo, no sé bien por quién, pero qué bien suena con instrumento de época y todo, oye.