lunes, 30 de abril de 2007

Tip y Coll, etc.

sábado, 28 de abril de 2007

Sortilegios


En broma, suele decirse que lo mejor del pájaro es la jaula. Pues bien, cambiando el tono y el sentido, La maga destaca que la jaula se ha vuelto pájaro (verso de la poeta argentina Alejandra Pizarnik, todo un descubrimiento).
Y las damas vestidas de rojo para mi dolor y con mi dolor insumidas en mi soplo, agazapadas como fetos de escorpiones en el lado más interno de mi nuca, las madres de rojo que me aspiran el único calor que me doy con mi corazón que apenas pudo nunca latir, a mí que siempre tuve que aprender sola cómo se hace para beber y comer y respirar y a mí que nadie me enseñó a llorar y nadie me enseñará ni siquiera las grandes damas adheridas a la entretela de mi respiración con babas rojizas y velos flotantes de sangre, mi sangre, la mía sola, la que yo me procuré y ahora vienen a beber de mí luego de haber matado al rey que flota en el río y mueve los ojos y sonríe pero está muerto y cuando alguien está muerto, muerto está por más que sonría y las grandes, las trágicas damas de rojo han matado al que se va río abajo y yo me quedo como rehén en perpetua posesión.

Sortilegios, de Alejandra Pizarnik

viernes, 27 de abril de 2007

Los placeres y los días


Nos cuentan en Hortus Hesperidum que entre los romanos existía la costumbre, de origen cretense, de señalar con una piedra blanca los días felices y con una negra los especialmente tristes. Así aparece en una nota anónima a la Sátira II del poeta Aulo Persio Flaco, ya sabéis, mi tocayo.
Según Plinio -en Naturalis Historia VII 130-132-, esta costumbre la tenían también los tracios, quienes diariamente colocaban en un recipiente, cántaro o tinaja, un guijarro blanco para cada día feliz, y (se deduce) uno negro para cada día desgraciado. Al finalizar el año –o, según Plinio, la vida- se hacía un recuento de las piedras blancas y se consideraba que se había vivido sólamente esos días. En este sentido, leemos en Marcial X, 38:
¡Oh gratos para ti, Caleno, los quince años de matrimonio que, en compañía de tu querida Sulpicia, una divinidad te concedió y permitió vivir! ¡Oh noches todas y horas, que han sido marcadas con piedras preciosas del litoral indio! ¡Oh, qué combates los que, por parte de ambos, contemplaron el lecho feliz y la lámpara borracha con el rocío de Niceros! Viviste, oh Caleno, tres lustros: esta época es computada por ti entera y sólo cuentas los días de matrimonio. Si de ellos, Átropos, después de ser suplicada durante mucho tiempo, te devolviese incluso un solo día, lo preferirías a cuatro veces la vejez del anciano de Pilos.

miércoles, 25 de abril de 2007

Hostal Chez Pepe




Aniseto Pérez, representante de peluquines y calvo de vocación, elegía con esmero los lugares donde alojarse en sus idas y venidas. Vendía su peluda mercancía, la que llevaba puesta sobre la cabeza.
Aniseto Pérez, hermanísimo de Curiosillo Pérez, se alojaba en el hostal Chez Pepe, un sencillo establecimiento regentado por un dispar matrimonio.
Cuando Aniseto bajó a cenar, aparte del olor a frituras y el suelo pegajoso, se encontró a otros comensales.
Tras tomar asiento, el camarero se le acercó:
-¿Qué menú le pongo? ¿El de siete o el de nueve euros?
-¿Qué diferencia hay entre ellos?
-Dos euros.
-Póngame el de cinco.
Tras colocar la servilleta sobre sus rodillas y limpiar con la uña los restos de comida de los cubiertos, dirigió una mirada distraída a su alrededor.
En una esquina se confesaba una pareja, cogida de las manos. Él le decía a ella:
-¿Sabes qué diferencia hay entre el caviar y las anchoas?
-No.
-¡Camarero: dos bocadillos de anchoas!
Junto a la ventana, dos mujeres de dudosa reputación y no del todo mal aspecto, reían mientras daban cuenta de sus bebidas.
-El Manolo es guapo, ¿eh?
-Sí. Y viste bien.
-Vaya... Y deprisa...
Mientras ésta conversación se producía, en otro lugar del local:
-¡Camarero -gritó alguien-: una ración de oreja!
-¡Oído!
-¡Bueno, lo mismo da!
El camarero -hombre sorprendente, polifacético y pluriempleado- se movía de aquí para allá sobre unos patines. Mientras atendía las mesas, tocaba el saxofón.
-¿Se puede elegir la música?
-Desde luego.
-Pues yo elijo que no toque.
Tranquilamente transcurría la cena. Una anciana, acompañada de su anciano loro, removía insistentemente la sopa. Hasta que llegó a una conclusión evidente. Entonces llamó al camarero:
-Oiga, majo, me han puesto tropezones en la sopa.
-¡Anda, María -gritó el camarero a su señora, que estaba en los fogones-, ya he encontrado el hamster del niño!
En esas, Aniseto empezó a reírse a carcajada limpia. El camarero, algo mosca, le dice:
-¿Y usted de qué se ríe?
-Es que hay un pelo en mi sopa...
-¿Y eso le hace gracia?
-Es que dicen que donde hay pelo hay alegría.

Escaleno

martes, 24 de abril de 2007

El marxismo según Groucho




¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande.

Supongo que había que inventar las camas de agua. Ofrecen la única posibilidad de beber algo a media noche sin pisar al gato.


¿Que por qué estaba con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú.
Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantado de hacer una excepción.
Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!
Recordad que estamos luchando por el honor de esa mujer, lo que probablemente es más de lo que ella hizo jamás.
Partiendo de la nada alcancé las más altas cimas de la miseria.
La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.
Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente.
Bebo para hacer interesantes a las demás personas.
El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, está hecho.
¿Pagar la cuenta…? ¡Qué costumbre tan absurda!
Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína.
Que de le den el 10% de mis cenizas a mi promotor artístico.
¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta.
Aparte del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre; y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer.
Es una tontería mirar debajo de la cama. Si tu mujer tiene una visita, lo más probable es que la esconda en el armario. Conozco a un hombre que se encontró con tanta gente en el armario que tuvo que divorciarse únicamente para conseguir donde colgar la ropa.
Citadme diciendo que me han citado mal.

domingo, 22 de abril de 2007

El gran Poseidón



Poseidón es el dios griego del mar. Su etimología proviene de la palabra posis que significa señor, esposo, posesión. Posos significaría algo así como ¿cuán grande? Por otro lado, posis (o potos) también significa bebida. (La primera de estas palabras igualmente tiene el significado de orgía.) Pótimos es potable, bueno para beber. Y poton significa tanto bebida, trago, como vino, agua, humedad, ola. Todo muy acuático, como vemos. Finalmente, pontos es el mar. Así, por ejemplo, el Ponto Euxino, del que tanto se habla en el mundo griego, sería el actual mar Negro. En español, de posis, tendríamos posesión, poseer, ser señor de algo. Y la palabra potos (bebida) nos remitiría al verbo potar (devolver lo bebido).

El dios Poseidón –el que abraza la tierra, como se lee en La Odisea- representaría una idea marítima de grandeza; un bebedizo masivo, orgiástico.

viernes, 20 de abril de 2007

Animal crackers (1930)

jueves, 19 de abril de 2007

La conjura de los necios



En la Nueva Orleans de los años sesenta se produce un caos de personajes paradójicos y situaciones rocambolescas. Ignatius J. Reilly, el protagonista de La conjura de los necios, es un joven de treinta años que vive con su madre sin haber pegado un palo al agua en su vida.
El autor del libro, John Kennedy Toole, nos cuenta cómo Ignatius tiene que ponerse a trabajar. Definitivamente. Al mismo tiempo que Ignatius desarrolla los más célebres empleos, escribe su Diario de un joven trabajador, o adiós a la holganza. Su vida necesita un poco de acción durante el día, y un poco de reflexión nocturna en la alcoba. Los papeles recorren las calles de Nueva Orleans para contarnos los trabajos y aventuras de Ignatius J. Reilly: primero, como vendedor de salchichas –él mismo es su mejor cliente, se lo come todo-, luego de archivero en una empresa de pantalones pasados de moda. En todas partes Ignatius se siente incomprendido –no hay quien se adapte a este chico- y siempre termina por liarla.
Hay otros personajes curiosos en el libro: está la madre de Ignatius, una semianciana despendolada que encuentra una especie de amante con posibilidades económicas; está el patrullero Mancuso –a quien su jefe odia y le hace patrullar disfrazado por los peores barrios de la ciudad-; está Trixie, la vieja secretaria de la empresa de pantalones viejos, siempre a la búsqueda de una mecedora para su jubilación; y está Myrna, el único contacto de Ignatius con un mundo más o menos sano y neoyorkino. Myrna es el flotador de Ignatius, quien le sacará a flote definitivamente, la salvavidas voluntaria de un amor que se quiere redentor. Myrna llega cuando tiene que llegar. Es una chica puntual y oportuna.







martes, 17 de abril de 2007



-Estoy dispuesta a aguantar tus ronquidos por las noches,
pero no soporto que me des codazos para que te escuche.

domingo, 15 de abril de 2007

Las Tristes, de Ovidio

 



 


Dioses de mar y cielo, ¿qué me resta sino acudir a los votos? No acabéis de destrozar mi nave quebrantada, ni confirméis, os lo suplico, la cólera del gran César. Contra la persecución de un dios, otro nos presta muchas veces auxilio. Vulcano se declaró contra Troya, y Apolo la defendía. Venus era favorable a los Teucros, y Minerva su enemiga. La hija de Saturno aborrecía a Eneas y fue la defensora de Turno; pero aquél vivía incólume gracias a la protección de Venus. Neptuno, furibundo, acometió cien veces al cauto Ulises, y otras tantas Minerva salvó al hermano de su padre. Aunque a larga distancia de la grandeza de estos héroes, ¿quién impedirá que una divinidad nos defienda de las iras de otra? ¡Ay, mísero!, piérdense en el vacío mis inútiles plegarias, y olas imponentes cierran la boca del que las profiere. El airado Noto dispersa las palabras y no permite que mis preces lleguen a los dioses a quienes van dirigidas; así los mismos vientos, como si un suplicio no bastase a destruirme, se llevan, yo no sé adónde, mis velas y mis votos.
¡Oh trance fatal, cuántos montes de agua se levantan contra mí! Diríase que amenazan a los astros del cielo. ¡Qué profundos valles entre las ondas que se rompen y hienden! Creyérase que van a descubrir los abismos del Tártaro. Adondequiera que vuelvas los ojos no verás sino mar y cielo: el uno hinchado con las olas, el otro amenazador con las nubes, y entre mar y cielo se desencadenan los vientos huracanados, y las ondas no saben a qué dueño obedecer; porque ya el Euro se precipita impetuoso desde el purpúreo Oriente, ya sopla el blando Céfiro de la parte occidental, ya el helado Bóreas desciende del árido Septentrión, ya el Noto le sale al encuentro por la parte contraria. El piloto, indeciso, no sabe qué rumbo seguir o evitar, y su arte vacila, recelando peligros por doquier. No hay duda, aquí perecemos, es vana la esperanza de salvación; mientras hablo, un golpe de mar me inunda el semblante, me quita el aliento y recibo por la boca, que implora al cielo en vano, las espumas salobres que pretenden ahogarme. Mi fiel esposa no se conduele más que de verme desterrado; es el único de mis trabajos que conoce y llora.

 

sábado, 14 de abril de 2007

Rimbaud el etíope



Arthur Rimbaud se retiró de la poesía a los diecisiete años y se marchó a África. El continente negro esperaba que sus pies lo pisaran. Comenzaban las andanzas etiópicas de Arthur Rimbaud.

Una factoría en el interior del país. Aquí hay posibilidades. ¿Sabes leer, chaval? Le preguntaron.
Aquí se está bien, se dijo. Llega la mercancía del interior de la selva, la organizamos, y luego la mandamos en barco a Arabia. Los negros aguantan bien. Son sufridos. Con el tiempo me estableceré por mi cuenta.
La metrópolis quedaba lejos. Cuanto más lejos, mejor, qué demonios. Se decía. Aquí se está bien. Si no fuera por las moscas...

sábado, 7 de abril de 2007

El café

Presentamos una producción de Publio de la Vega titulada El Café. Pulsa sobre la imagen y conoce al particular camarero que te atenderá...


miércoles, 4 de abril de 2007

La Odisea I, 1-10

 






Así comienza La Odisea:

Musa, dime del hábil varón que en su largo extravío,
tras haber arrasado el alcázar sagrado de Troya,
conoció las ciudades y el genio de innúmeras gentes.
Muchos males pasó por las rutas marinas luchando
por sí mismo y su vida y la vuelta al hogar de sus hombres,
pero a éstos no pudo salvarlos con todo su empeño,
que en las propias locuras hallaron la muerte. ¡Insensatos!
Devoraron las vacas del sol Hiperión e, irritada
la deidad, los privó de la luz del regreso. Principio
da a contar donde quieras, ¡oh diosa nacida de Zeus!

He aquí el principio y cumbre de la literatura universal.

lunes, 2 de abril de 2007

Humorismos

Una escena del genial Chaplin. Un afeitado a ritmo de danza húngara.