miércoles, 30 de mayo de 2007

El caso de la mujer asesinadita


Lorenzo -junto a su actual mujer- explica al amigo Norton cómo se deshizo de su anterior mujer...

NORTON.- ¿Y cómo la envenenaron ustedes?
LORENZO.- ¿A mi mujer?
NORTON.- Sí, a su mujer.
RAQUEL.- Con veneno: es lo más limpio.
NORTON.- ¡Ah! No sabía.
LORENZO.- Como lo oye. Figúrese que mi mujer tenía la costumbre de tomar un vaso de leche antes de acostarse. Se sentaba en esta misma butaca donde yo estoy ahora sentado, y se bebía su vasito. Pues bien, una noche le echamos unos polvos blancos en el vaso, y santas pascuas.
NORTON.- ¿Y cómo se prepara este veneno? ¿Es difícil de cocinar?
RAQUEL.- Es de lo más sencillo. Escuche: primero se coge un vaso de leche.
NORTON.- ¿Grande o pequeño?
RAQUEL.- Más bien grandecito; así hace más efecto. Después, se calienta la leche en el baño-maría.
LORENZO.- Antes de eso hay que echar el veneno, querida.
RAQUEL.- ¡Qué va! El veneno se echa después.
LORENZO.- ¡No, mujer! Antes.
RAQUEL.- ¡Te digo que el veneno se echa después! ¡Si lo sabré yo...! Siempre tienes ganas de discutir.
LORENZO.- Lo que se echa después es la canela, para quitarle el gusto al veneno.
NORTON.- (Muy contento.) ¡Ah! Pero ¿también se le echa canela?
RAQUEL.- (A NORTON). Deje que yo se lo explique a mi manera; mi marido ya lo ha olvidado. Se tiene el vaso al baño-maría unos minutos y se saca. (A LORENZO). ¡Y entonces se le echa el veneno!
NORTON.- Pero ¿qué cantidad hay que echar? ¿Una cucharada?, ¿dos cucharadas...?
RAQUEL.- Dos cucharaditas de las de café, con copete.
NORTON.- ¿No será poco?
RAQUEL.- Nosotros lo hacemos así. Claro que, si se quiere, no hay inconveniente en aumentar la dosis.
NORTON.- ¿Y qué se hace después?
RAQUEL.- Una vez mezclados los polvos, se revuelve todo muy bien procurando que el veneno no forme grumos. Y cuando está todo bien batido, se pone a enfriar en un sitio fresco, y a los pocos minutos se sirve.


Miguel Mihura

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