jueves, 30 de agosto de 2007

Traspasado el Umbral



Para uno se acaban las vacaciones -eso no es nada-, mientras que para otros se acaba la vida.

Uno se retrasa en volver a la Blogosfera -buscando como estaba un sitio de exilio apacible en la Francia rural, viajando de un castillo a otro-, y recibe a la vuelta la noticia de la muerte de un escritor de genio y de figura; que supo entender la importancia de la imagen, pero que no se quedó en la imagen. Un escritor con multitud de imitadores que se notan a la legua, un escritor verdadero de los que no abundan en los sellos editoriales, un reinventor del pasado, arquitecto de la lengua, columnista del periódico, discípulo de Gómez de la Serna, de Valle-Inclán, de Juan Ramón, de todo el 27; maestro sin academia, lírico, irónico, pseudocultista; manejador del lugar común en el mundo de las ideas, autor en busca de género, reo de vanidades; provocador, vendedor, declarativo. Maltratado por la vida –desposeído de un hijo- y bien pagado por prensa y público. El castellano le agradece su paso por la lengua, eso es seguro.

Francisco Umbral, más allá de la vida.

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