Platón, en El banquete, pone en boca de Aristófanes el relato según el cual en principio existieron sobre la tierra unos seres en quienes extrañamente se mezclaban la naturaleza varonil y la femenina.
Caracterizado por su dualidad, cada ser tenía dos caras en una misma cabeza, cuatro manos y otras tantas piernas, cuatro orejas y dos sexos. Su fuerza y vigor eran prodigiosos. Tan prodigiosos que, poseídos de sí mismos, ambicionaron escalar el cielo e invadir la morada de los dioses. Mal podrían éstos consentirlo, pero tampoco querían deshacerse de los hombres y aniquilarlos, privándose entonces de los honores y ofrendas que de ellos recibían. Necesitados, pues, de los mortales, pero temerosos de su pujanza, los dioses olímpicos, con Zeus a la cabeza, decidieron cortarlos por la mitad, duplicando así su número, a la vez que le restaban a cada uno la mitad de su poder.
El corte desdobló la naturaleza del ser primitivo y dejó al hombre y a la mujer resultantes con la oscura convicción de que el suyo no era más que medio ser. Tras el corte, quedó en cada mujer y en cada hombre el anhelo de reunirse con la otra mitad –su media naranja–, que lo complementaría de nuevo.
Amando de Miguel
domingo, 2 de septiembre de 2007
La media naranja
Publicado por Persio a las 21:31
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