martes, 5 de febrero de 2008

Anacreónticas



Entretejía una vez una guirnalda
y hallé a Amor entre las rosas.
Por las alas lo atrapé,
lo eché en mi vino
y con él me lo bebí.
Y ahora en mi cuerpo aquí por dentro
siento las cosquillas de sus alas.

¿Por qué me enseñas tantas leyes
y argumentaciones de retórica?
¿Qué se me da de tanta verborrea
sin beneficio alguno?
Más bien enséñame a beber
el licor suave de Dionisio,
más bien enséñame a jugar
con Afrodita la dorada.



Anacreonte

7 comentarios:

isobel dijo...

no pidespocotuninaaaaaaaaa, pero vamos a ver...si te la has bebido, que quieres, un besito, ahora sin tonterías, es precioso

Abril Lech dijo...

Es que la vida simplemente se vive... no se enseña...

Anónimo dijo...

Anacreonte...

qué bueno!

vino y amor...mejor aún...

cariños

MeTis dijo...

mmm dionisio.. (aunque a mi me gusta mas llamarle Baco).. yo con ese no me juntaria mucho, sino,a lo que te has bebido seguro que le da un infarto...

besos

Anónimo dijo...

isobel: Hay cosas que es mejor guardarlas dentro.

abri lech: ¿y se aprende?

mo: recomponiendo las tablillas del tiempo-poema perdido.

metis: a mí me gustan las bacantes :)

Saludosss

Índigo dijo...

Es precioso! ¿Te importa que lo ponga, citándote por supuesto, en un blog que tengo con unos amigos dedicado a los placeres de la mesa, vino incluido?
http://elsotanosociedadgastronomica.blogspot.com/
Un besote, gracias

Anónimo dijo...

Al contrario, encantado de la cita.

¡Larga vida a Anacreonte!