lunes, 4 de junio de 2007

Tolstoi y los robaperas






Ya ha llegado la hora de que toda la buena gente dé buena cuenta de toda la mala gente. Algo así dice Tolstoi. (He quitado un poco de tragedia a la traducción: donde Tolstoi escribe matar, traduzco como dar buena cuenta).

No ha mucho que la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) casi coló en la legislación española un artículo que pretendía censurar la copia de contenidos en internet. Palo y leña a los pequeños robaperas. Nos hubieran dado a unos cuantos, ¿eh? Se quedaron con las ganas.
Frente a esta actitud, contrasta la opinión de León Tolstoi –¡todo un señor!-, quien, frente a la cuasi histeria familiar, pretendía renunciar a unos derechos de autor cuyo cobro le causaba un padecimiento insufrible. Cómo podía cobrarse por las palabras, se preguntaba el bueno de León, aliado de futuros robaperas. Eran otros tiempos. Además, su bolsillo no necesitaba de rublos adicionales. Todo hay que decirlo.
Sin llegar a los extremos de Tolstoi –ni a los de la policía literaria e internáutica de la SGAE- la cosa podría quedar así: que se retribuya el papel, que la red siga siendo libre. Necesidad obliga: no se pueden poner puertas al campo. Una red libre y contradictoria: red-libre. Nosotros, como peces, nos escabullimos por entre medias del concepto y de la red. Apenas mojándonos.

Persio

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