miércoles, 21 de marzo de 2007

Lucía y las calcomanías celestiales






La escritora, copiosa y sobredimensionada, se enseñorea y copia todo lo que se le pone a tiro. Su literatura, en cambio, pierde peso con los años. Si es que alguna vez tuvo algún peso.
Lucía alega intertextualidad al copiar de otros autores, pero lo único que hay es copiada. En el texto pueden intercalarse refranes, dichos o extractos de la sabiduría popular cuyo autor, un tal Anónimo, nunca se queja porque no existe. Al fin y al cabo, el refrán, dicho o extracto de la sabiduría popular, adquiere su forma definitiva gracias a la contribución de muchos autores o enriquecedores desconocidos. Aquí no hay pecado. Sí, en cambio, en copiar a un autor con nombre y apellidos. Y la Echevarría ha copiado a Antonio Colinas, Elisabeth Wurtzel y Jorge Castelló. Acciones, las dos primeras, que la han llevado ante los Tribunales y le han hecho perder pleitos, pero que le generan polémicas, publicidades y ventas suficientes como para seguir viviendo de la pseudoliteratura del autohundimiento.


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