viernes, 13 de julio de 2007

El diario de Adán y Eva



Encontrado casualmente en Escritos...

Martes. Ahora ella la emprendió con una serpiente. Los otros animales están contentos porque siempre está experimentando con ellos y molestándolos; y yo estoy contento porque la serpiente conversa y esto me permite tomarme un descanso.

Viernes. Ella dice que la serpiente le aconsejó probar el fruto de aquel árbol y dice que el resultado sería una impresionante educación, noble y refinada. Le contesté que habría otro resultado: eso introduciría la muerte en el mundo. Fue un error -debería haberme guardado la observación para mí mismo; simplemente le dio una idea: podría salvar al buitre enfermo y suministrar carne fresca a los abatidos leones y tigres. Le advertí que se mantuviera alejada del árbol. Dijo que no lo haría. Presiento problemas. Voy a emigrar.

Miércoles. He pasado un momento difícil. Anoche escapé y cabalgué a todo galope con mi caballo, esperando poder salir del Parque para esconderme en alguna otra región antes de que comenzaran los problemas. Pero no pudo ser. Aproximadamente una hora después del amanecer, cabalgaba a través de una planicie florida donde miles de animales estaban paciendo, dormitando o jugando entre sí como de costumbre cuando, de pronto, rompió una tempestad de ruidos aterradores. En un momento la planicie estaba en furiosa conmoción y cada bestia destruía a su vecino. Enseguida entendí qué significaba todo eso: Eva había comido aquel fruto y la muerte había llegado al mundo… Los tigres devoraron mi caballo, sin prestar atención cuando les ordené desistir, e incluso me hubieran devorado a mí si me hubiera quedado, pero no lo hice, sino que me alejé a toda prisa… Encontré este lugar, fuera del Parque, y resultó realmente confortable por unos días, pero ella me encontró. Me encontró y llamó al lugar Tonawanda -dice que eso es lo que parece. En realidad no lamenté que viniera ya que no hay más que algunos frutos insignificantes aquí, y ella trajo algunas de esas manzanas. Estaba tan hambriento que me vi obligado a comerlas. Fue en contra de mis principios, pero me di cuenta de que los principios no tienen fuerza real salvo cuando uno está bien alimentado… Ella volvió cubierta de ramas y ramilletes de hojas, y cuando le pregunté de qué se trataba ese disparate y se las arranqué y arrojé al suelo, lanzó una risita y se sonrojó. Nunca había visto a ninguna persona reírse y sonrojarse anteriormente. Me pareció inadecuado e idiota. Ella me dijo que pronto lo averiguaría por mí mismo. Y fue así. Hambriento como estaba, dejé la manzana a medio comer -ciertamente la mejor que haya visto, considerando lo tardío de la estación -y me atavié con las ramas y hojas que ella se había quitado. Entonces le hablé con cierta severidad y le ordené que fuera a buscar más, y que no hiciera ese espectáculo de sí misma. Lo hizo y después nos deslizamos sigilosamente hasta donde había tenido lugar la batalla de las bestias salvajes, recogimos algunas pieles, y le pedí que cosiera un par de trajes apropiados para ocasiones públicas. Son incómodos, es cierto, pero elegantes y eso es lo más importante con respecto a la ropa… Me doy cuenta de que ella es una compañera fantástica. Veo que estaría solo y deprimido sin ella ahora que perdí mi propiedad. Otra cosa: ella dice que se ordenó que trabajáramos por nuestra subsistencia de aquí en adelante. Ella va a ser útil. Yo voy a supervisar.


Mark Twain

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