Los muertos no tenían que estar muertos siempre, como antes, que era tan pesado. Sólo estaban muertos en el cementerio ocho horas al día y cuando terminaban sus ocho horas salían de su fosa y se iban a sus casas a leer los periódicos y a poner en el gramófono fandanguillos de Almería. Y mientras ellos estaban en sus casas, ocupaban sus puestos en las fosas otros muertos que tenían distinto turno, porque en los cementerios siempre tiene que haber muertos, ya que eso resulta bonito.
Miguel Mihura.- El cielo, 1932
viernes, 26 de octubre de 2007
El Cielo
Publicado por Persio a las 15:53
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4 comentarios:
Prefiero el turno de día.
Qué has hecho con los comentarios? ;)
Están en www.elsatiricon.com
Lo que hay que hacer para ganarse la vida. La cantidad de sandeces que habrá dicho este señor Mihura. Pero en sus tiempos no se podía hacer otra cosa con el humor y eso llegó a producir fenómenos bien curiosos como Jardiel Poncela que hacía pensar al mismo tiempo que hacía humor.
Perdona, Paquita, pero sandeces ninguna.
En los tiempos de Miguel Mihura se hacía mejor humor y mejor literatura de la que pueda hacerse ahora. Vamos, a años luz. Ni punto de comparación.
Eso del páramo cultural no es más que un mito.
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